No hablaré de periodismo alternativo, ni de las bazofias que dijeron Yoani Sánchez y Eliécer Ávila ante un auditorio en la Universidad de Praga.
Según entendí, para ejercer el periodismo alternativo primero hay que ingresar en un grupo multimediático como Prisa, el mayor de España, recibir mucho dinero, y el apoyo incondicional de las grandes potencias, (mientras más agresivas e injerencistas mejor).
Lo más importante, publicar mucho, aunque todo sea mentira, los grandes medios se valdrán de mil alternativas, -quizás de ahí el término-, para hacer caso omiso a la verdad, claro, siempre y cuando no les embauqué con una foto desactualizada.
No importa lo que digas: si aseguras haber entrevistado a un presidente, si confundiste una piedra con un disparo de bala, todo será noticia, y como ellos son los dueños de la falsa realidad, te premiarán ante cada metedura de patas.
El mundo es rico y diverso, me parece bien eso de replanteárselo todo de vez en vez, y hasta cambiarle el significado a las cosas. Si los mercenarios de Cuba quieren llamarse hoy disidentes, mañana prensa alternativa, y pasado mañana bolcheviques, cada loco con su tema.
Ahora, yo solo tengo una duda: Si Yoani Sánchez viajó gracias a la solidaridad de un grupo de seguidores, lo que en Cuba llamamos ponina, ¿por qué no economizó ese dinerito? Si Argentina le otorgó visa ¿por qué cruzó el Atlántico y huyó hasta la lejana Praga?
¡Muchas incongruencias las de este viaje! Pero la mayor de todas consistió en comparar Radio Martí con un medio alternativo. Ya la chica empezó a hacer de la suyas, y quién duda que hasta la ponzoñosa Ninoska Pérez se haya carcajeado con semejante dislate.
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