Dime, ¿sabes tú que pasará mañana? / Será algo bueno o malo;
así se suelen diferenciar las transitoriedades. / ¿Acaso alguien lo sabe? /
Creo que no. / Sin embargo, hallé una respuesta: estoy seguro será algo muy
interesante.
Antonio
Guerrero
Un semblante triste perfilaba las nubes, matizadas por un
tímido gris que, a ratos, dejaba escapar el claro tono de algún otro color. En
una de esas fugas, cuando el sol disfrutaba un instante de plenitud, la vimos
llegar, arrastrando los pasos, y con la paciencia propia que indica su
blanquecino pelo.
“Yo siempre traigo la lluvia, cada vez que vengo llueve”, nos comenta hacia el final
del encuentro sostenido en el patio de este semanario con periodistas e
invitados. Sin embargo, la advertencia hecha cruzaba entonces la sinrazón, pues
tras poco más de una hora de charla, huyeron los nublados, y el día fue otro.
Así se nos presentó Mirta, la madre de Antonio Guerrero
Rodríguez, hombre que cumple en Estados Unidos una condena de 21años y 10 meses
de privación de libertad por enfrentar el terrorismo financiado y ejecutado
contra Cuba desde territorio norteamericano. Al descubrir esa realidad uno
logra comprender por qué habla con tanto pesar.
“Esta es una causa de honor y de dolor. Cuando aludo a la
injusticia cometida contra nuestros hijos, Los Cinco, subrayo siempre su
resistencia. Pero no puedo dejar de conmoverme. Conocer la historia del caso, y
la violación de innumerables derechos, hiere; sobre todo al advertir la razón
defendida: el pueblo cubano.
“De hecho, se consiguieron pruebas de actividades
organizadas no solo para agredir a la
Isla, sino con el fin de perturbar, también, la seguridad de
ciudadanos estadounidenses y de terceros países. La angustia crece al saber que
ellos luchaban por la humanidad.
“Y abandonaron todo, lo mejor de sus vidas: hijos, esposas,
amigos…, la familia. Incluso, cuando supe, sufrí mucho, porque pensé que Tony
había equivocado sus principios. No obstante, nunca dejamos de comunicarnos”,
expresa con voz desgarrada y melancólica, sin traicionar el rol de quien ha
dado a luz.
Cada palabra dicha parece una lágrima. Ella intenta
sostenerlas, las amarra en la garganta, y les imprime aquella quietud simulada
ante el acecho de preguntas que irrespetan su alta sensibilidad. Mas de nada
sirve la calma pretendida, las oraciones, al escapar, salen lastimadas. Uno lo
percibe en el acento.
Sin embargo, el llanto jamás se consuma, aunque el rostro,
algo descompuesto, burle la compostura procurada ante el público que viene a
consentir el testimonio Y aun así luce fuerte, como ninguna otra mujer, a los
82 años, pudiera.
Niega el bastón, pese a ser consciente de su imprudencia. No
le gusta verse vieja, y menos que la traten con importancia. “Solo soy una mamá
combativa”, aclara. Entonces, toma asiento, porque a veces los actos demoran mucho, y ya no puede
permanecer tantas horas de pie.
“¡Qué hacer, sino responder con energía mediante el combate
diario! La lucha por la liberación de Los Cinco resulta vital, inclusive para
mi edad, pues un día sin batallar, se convierte en una jornada perdida”,
afirma. Similar aliento busca inducir en coterráneos y extranjeros, al concebir
en la unión de muchas y diversas voces el verdadero alcance de cualquier
movimiento solidario. Tal deviene su rutina desde 1998, hace más de 15 años.
LA
VERDAD NOMBRADA
“No hablamos de una fantasía, y sí, en cambio, de una
historia real que ha causado estragos en la dignidad humana, al quebrantarse
los derechos constitucional, civil, de la familia, de la mujer... Nadie olvide
que todavía Adriana carece de una visa estable para visitar a Gerardo, su
esposo”, manifiesta Mirta Rodríguez Pérez, mientras relata los pormenores de un
proceso político, signado por el odio y la venganza.
La arbitrariedad cobró luz en los cargos imputados, y
especialmente, en el contexto donde, por vez primera, se consumaron: la ciudad
de Miami, guarida de varios grupos contrarrevolucionarios, y por ende, un
escenario hostil, ajeno a cualquier síntoma de justicia e imparcialidad. De ahí
lo absurdo en las condenas impuestas, corregidas luego durante la resentencia,
aunque todavía impecables en el daño perpetuado contra las familias implicadas.
“Ya el caso terminó jurídicamente; estamos parados en el
mismo lugar. Nosotros solicitamos una nueva revisión por parte de la
jueza, y nos encontramos a la espera de
la respuesta. Presentamos demandas contra cadenas de televisión y radio, y más
de 60 periodistas que participaron en la manipulación del juicio”, agrega.
Pasada más de una década, quizás algunos puedan creer sin
sentido la cruzada emprendida por el regreso de los antiterroristas cubanos,
sin embargo, para Mirta se trata de una causa que nunca muere. “Si nos vuelven
a dar otro ʻporrazoʼ tendremos que acudir a una instancia internacional, pero
primero debemos agotar todas las alternativas colaterales”, precisa.
La derrota no figura en su visión de lucha. Por eso vino a
Cienfuegos, a compartir junto a los hijos que acá ha adoptado —los trovadores
Lázaro García y los hermanos Novo― el más reciente poemario de Antonio
Guerrero, La verdad me nombra, publicado por la Editorial Capitán
San Luis.
Ilustrado por Gerardo Hernández Nordelo, el libro recoge
piezas conocidas, si bien la mayoría de los poemas son inéditos. De acuerdo con
el autor, se escribieron durante el primer año de encierro y constituyen, en
esencia, una forma de mirar hacia algo más allá, que se fue convirtiendo en
realidad.
No obstante, ella dice que Tony no es escritor, y enseguida
se arrepiente al escuchar el lirismo de los versos musicalizados, llenos de una
nostalgia que asemeja al canto de Heredia (Himno del desterrado) cuando tuvo
que marchar al exilio. Y así cae en el desespero y la congoja, mas deja que las
guitarras penen solas.
¿QUÉ PASARÁ MAÑANA?
Nadie sabe. Por eso le preocupan los segundos, los minutos,
la horas; sabedora de cuán prolongada pudiera resultar la campaña por el
retorno de Antonio, Ramón y Gerardo, pues “la vida tiene su principio y final,
y si no estoy, otros continuarán la tarea. Pero yo quiero que el tiempo me
alcance, es muy importante para mí”, asegura.
Presenciar el regreso de René y Fernando clasifica como uno
de los momentos más felices de su existencia; tal vez imagina que así o mejor
sucederá cuando logre cobijar en el pecho el abrazo del hijo encarcelado. Por
ahora se alimenta de esperanzas, hoy más fortalecidas que ayer.
“Tenerlos aquí ha sido de gran aliento, aunque alegan que la
alegría no se completa sin el resto. Ambos representan la verdad, cuando ellos
hablan se refieren al hueco, a las
violaciones padecidas, al amañado proceso judicial. Lo hacen desde sus
experiencias. Es la palabra vivida.
“Uno disfruta, pero es duro saber que vienen después de
cumplir, estrictamente, sus castigos, y no porque hayamos podido traerlos.
Quedan poco más de tres años para la salida de Tony, y renuncio a esperar al 18
de septiembre de 2017. Sería otra derrota
“Cuando un caso político supera los diez años, pasa a una
fase de entendimiento y razonamiento
entre los gobiernos. Nosotros aprovecharemos este último mandato de Obama para
forzar el indulto, ya sea por humanidad, por convenios, no sé…”, declara, en
tanto conquista la complicidad de quienes le oyen y notan en sus ojos el
consuelo.
Durante el diálogo, Mirta confiesa no entender cómo resiste.
Y es que la depresión parece inevitable
cuando la sangre cae en desgracia, y uno no halla modo de componer el
mal. “Hablo, y veo a mi hijo. Sin él no soy nada. Una mamá tiene una función en
la vida. Yo lucho como madre”, dice.
Un exceso se había cometido. Al preguntar qué era ella sin
Tony, su rostro cambió, y las grietas abiertas por el tiempo mutaron en
heridas. Entonces, vimos humedecer las pupilas y sobrevenir, pues, la lluvia.
Pero el sol había desecho las nubes. El llanto quedó en el cielo.
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