miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Sentimientos virtuales?




Por: Mayte María Jiménez
Aunque en un principio las conexiones virtuales eran una vía de contacto con personas y grupos que de otra manera serían inaccesibles, actualmente muchos lo usan como “medio” para sacar los más secretos deseos, conquistas y relaciones íntimas...

El simulacro, como una posibilidad de juego a ser otras personas, aunque sea de forma pasajera.
Email, chats, sms, messenger, foros… las variantes nacidas del mundo virtual son cada vez más diversas a la hora de entablar relaciones personales. Millones de personas cada día se comunican, enamoran, coquetean, y hasta establecen cierta intimidad a través de una celestina “eficiente”: la tecnología.
Pero, ¿cómo funcionan estas interacciones? ¿Qué tan verdaderas pueden ser las personas a ambos lados de una conexión? ¿Puede el amor y el cariño transmitirse en bytes? ¿Quiénes somos en realidad frente a una PC o un móvil?
Para empezar, al iniciar una conversación o una relación virtual se corre el riesgo de ser engañado, incluso, en los temas que parecieran más difíciles: sexo, aspecto físico y edad. Además, se evitan los elementos más convencionales de nuestro entorno humano habitual, como la distancia física, la situación económica y social.
Aunque en la mayoría de los casos, la red es la vía de contacto con personas y grupos que de otra manera serían inaccesibles, actualmente muchos lo asumen como un medio para develar los más secretos deseos, maneras de ser, fantasías de una personalidad diferente, anhelos, conquistas…
Los cibernautas creen controlar la situación y usan fórmulas de expresión impensables. Tengamos presente que la escritura descubre interioridades que en la vida ordinaria permanecen ocultas, y esta actividad permite practicar una vieja afición de la humanidad: el simulacro, como una posibilidad de juego a ser otras personas, vivir otras vidas, aunque sea de forma pasajera.
En este medio se experimenta una sensación de libertad que no se obtiene en las relaciones ordinarias. Si bien se deben seguir reglas y normas propias del medio, las charlas se producen de manera tal que permiten actuar desde el convencimiento de que se eludirán consecuencias no buscadas.
¿QUIÉN ERES TÚ?
Es muy frecuente que en estas relaciones se oculten facetas que en otros escenarios serían imposibles. La vergüenza, la timidez y el miedo al ridículo quedan superados porque se establece un diálogo con máscaras. Si bien el lenguaje escrito puede ser inferior en algunos matices, tiene la ventaja de eludir las barreras de los roles que cada cual desempeña en la sociedad.
Claro está, ello ofrece ventajas e inconvenientes. Gracias a las nuevas tecnologías se establecen fértiles relaciones entre personas con gustos e inquietudes semejantes, e incluso pueden librar a un individuo del aislamiento.
Así, cada vez con más frecuencia, la sociedad empieza a confundir las relaciones por lo que son. Espacios como facebook crean la plataforma para concebir una vida ficticia.
Es por ello que una pareja, por ejemplo, se puede sentir mucho más cómoda o con charlas más amenas que cuando se ven realmente, ya que estas comunicaciones pueden ser más superficiales. Cuando uno se comunica por chat no tiene una identificación visual, a menos que se busque, por lo que ocurre un fenómeno de deshumanización, y las relaciones empiezan a ser diferentes.
Pero, ¿por qué las personas acuden más a estos espacios? Pues, uno de los elementos es que el anonimato de las primeras interacciones y la capacidad para revelar partes del ser que normalmente permanecen ocultas, parecen propiciar la intimidad.
La realidad física de los encuentros cara a cara restringe la intimidad e, incluso, hace que su desarrollo sea más lento. La frecuencia y rapidez del contacto por email también aumenta la intimidad: es muy fácil enviar un correo electrónico sobre una repentina sensibilidad, o demandar un comentario sobre algo intrascendente (ocurrencias que nunca justificarían una impertinente llamada telefónica y mucho menos una carta convencional).
VIRTUALIDAD O REALIDAD
Amén de lo que se dice, las patologías que se presentan en una relación virtual son preexistentes, pues internet no constituye en sí misma la causa de comportamientos anómalos, sino una brecha que se abre a personas con problemas emocionales y de carácter que, pretendiendo resolverlos, pueden quedar atrapados hasta el punto que se transforme en su única vía de comunicación con los demás.
Las personas se aventuran en relaciones virtuales, que en ocasiones no se concretan físicamente, pero mantienen la ilusión del romance, como algo desconocido, que muchas veces termina idealizándose como el mal de Pigmaleón.
Los amantes en un chat tienen también algunas de estas sensaciones. Cuando reciben un aviso de correo también se sobresaltan y se entusiasman. No es posible tocarse de momento, excepto en su fantasía, aunque también se apoyan en sensaciones hasta cierto punto físicas, que les alertan de que se están enamorando.
Imaginar que pueden tocarse, besarse, abrazarse, explorarse, les proporciona un alto nivel de excitación sexual, y aunque no exista el contacto físico, la atracción erótica puede sentirse enormemente real. Pero, en un chat se siente atracción hacia la persona imaginada, no hacia la real que esta al otro lado de la pantalla.
Esta es la diferencia más significativa entre un amor de chateo y una relación personal: el hecho de que la atracción física se basa solo en fantasías, lo que demuestra y determina la enorme intensidad del deseo que desata este medio tecnológico.
Aunque haya existido intercambio de fotografías, la verdadera compatibilidad sexual de dos personas que han sido virtualmente amantes durante meses es imposible de predecir. Pero la imaginación es inagotable, y al no existir una relación física, se pueden dirigir desde las pasiones más fuertes hacia los sueños más frágiles.
Si a las personas les resulta difícil establecer compromisos en las relaciones de la vida corriente, en las historias a través de la red tienen que salvar obstáculos aún mayores. Mantener relaciones simultáneas a través de internet, a la larga, les hace sentir vacíos emocionales en su espiritualidad que no podrán llenarse con un sms.
Las nuevas tecnologías y plataformas de la información y la comunicación proponen una manera diferente de interactuar, a pesar de las distancias físicas. El desafío está justamente en ubicarla como una herramienta para hacer más atractiva o dinámica la comunicación, y no en una vida paralela.
Saber quiénes somos y lo que queremos no puede resumirse a actualizaciones de un muro, sms, chats… La vida real no cabe en un perfil o interacciones de bytes, pues el amor y los sentimientos humanos necesitan cariño, interacción carnal y una personalidad real para ser duraderos.

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