Por: Mayte
María Jiménez
Aunque en un
principio las conexiones virtuales eran una vía de contacto con personas y
grupos que de otra manera serían inaccesibles, actualmente muchos lo usan como
“medio” para sacar los más secretos deseos, conquistas y relaciones íntimas...
El simulacro, como una posibilidad de juego a ser otras personas, aunque sea de forma pasajera.
Email, chats, sms, messenger, foros… las
variantes nacidas del mundo virtual son cada vez más diversas a la hora de
entablar relaciones personales. Millones de personas cada día se
comunican, enamoran, coquetean, y hasta establecen cierta intimidad a través de
una celestina “eficiente”: la tecnología.
Pero, ¿cómo funcionan estas interacciones?
¿Qué tan verdaderas pueden ser las personas a ambos lados de una conexión?
¿Puede el amor y el cariño transmitirse en bytes? ¿Quiénes somos en realidad
frente a una PC o un móvil?
Para empezar, al iniciar una conversación o
una relación virtual se corre el riesgo de ser engañado, incluso, en los temas
que parecieran más difíciles: sexo, aspecto físico y edad. Además, se evitan
los elementos más convencionales de nuestro entorno humano habitual, como la
distancia física, la situación económica y social.
Aunque en la mayoría de los casos, la red es
la vía de contacto con personas y grupos que de otra manera serían
inaccesibles, actualmente muchos lo asumen como un medio para develar los más
secretos deseos, maneras de ser, fantasías de una personalidad diferente,
anhelos, conquistas…
Los cibernautas creen controlar la situación y
usan fórmulas de expresión impensables. Tengamos presente que la escritura
descubre interioridades que en la vida ordinaria permanecen ocultas, y esta
actividad permite practicar una vieja afición de la humanidad: el simulacro,
como una posibilidad de juego a ser otras personas, vivir otras vidas, aunque
sea de forma pasajera.
En este medio se experimenta una sensación de
libertad que no se obtiene en las relaciones ordinarias. Si bien se deben
seguir reglas y normas propias del medio, las charlas se producen de manera tal
que permiten actuar desde el convencimiento de que se eludirán consecuencias no
buscadas.
¿QUIÉN ERES TÚ?
Es muy frecuente que en estas relaciones se
oculten facetas que en otros escenarios serían imposibles. La vergüenza, la
timidez y el miedo al ridículo quedan superados porque se establece un diálogo
con máscaras. Si bien el lenguaje escrito puede ser inferior en algunos
matices, tiene la ventaja de eludir las barreras de los roles que cada cual
desempeña en la sociedad.
Claro está, ello ofrece ventajas e
inconvenientes. Gracias a las nuevas tecnologías se establecen fértiles
relaciones entre personas con gustos e inquietudes semejantes, e incluso pueden
librar a un individuo del aislamiento.
Así, cada vez con más frecuencia, la sociedad
empieza a confundir las relaciones por lo que son. Espacios como facebook crean
la plataforma para concebir una vida ficticia.
Es por ello que una pareja, por ejemplo, se
puede sentir mucho más cómoda o con charlas más amenas que cuando se ven
realmente, ya que estas comunicaciones pueden ser más superficiales. Cuando uno
se comunica por chat no tiene una identificación visual, a menos que se busque,
por lo que ocurre un fenómeno de deshumanización, y las relaciones empiezan a
ser diferentes.
Pero, ¿por qué las personas acuden más a estos
espacios? Pues, uno de los elementos es que el anonimato de las primeras
interacciones y la capacidad para revelar partes del ser que normalmente
permanecen ocultas, parecen propiciar la intimidad.
La realidad física de los encuentros cara a
cara restringe la intimidad e, incluso, hace que su desarrollo sea más lento.
La frecuencia y rapidez del contacto por email también aumenta la intimidad: es
muy fácil enviar un correo electrónico sobre una repentina sensibilidad, o
demandar un comentario sobre algo intrascendente (ocurrencias que nunca
justificarían una impertinente llamada telefónica y mucho menos una carta
convencional).
VIRTUALIDAD O REALIDAD
Amén de lo que se dice, las patologías que se
presentan en una relación virtual son preexistentes, pues internet no
constituye en sí misma la causa de comportamientos anómalos, sino una brecha
que se abre a personas con problemas emocionales y de carácter que,
pretendiendo resolverlos, pueden quedar atrapados hasta el punto que se
transforme en su única vía de comunicación con los demás.
Las personas se aventuran en relaciones
virtuales, que en ocasiones no se concretan físicamente, pero mantienen la
ilusión del romance, como algo desconocido, que muchas veces termina
idealizándose como el mal de Pigmaleón.
Los amantes en un chat tienen también algunas
de estas sensaciones. Cuando reciben un aviso de correo también se sobresaltan
y se entusiasman. No es posible tocarse de momento, excepto en su fantasía,
aunque también se apoyan en sensaciones hasta cierto punto físicas, que les
alertan de que se están enamorando.
Imaginar que pueden tocarse, besarse,
abrazarse, explorarse, les proporciona un alto nivel de excitación sexual, y
aunque no exista el contacto físico, la atracción erótica puede sentirse
enormemente real. Pero, en un chat se siente atracción hacia la persona
imaginada, no hacia la real que esta al otro lado de la pantalla.
Esta es la diferencia más significativa entre
un amor de chateo y una relación personal: el hecho de que la atracción física
se basa solo en fantasías, lo que demuestra y determina la enorme intensidad
del deseo que desata este medio tecnológico.
Aunque haya existido intercambio de
fotografías, la verdadera compatibilidad sexual de dos personas que han sido
virtualmente amantes durante meses es imposible de predecir. Pero la
imaginación es inagotable, y al no existir una relación física, se pueden
dirigir desde las pasiones más fuertes hacia los sueños más frágiles.
Si a las personas les resulta difícil
establecer compromisos en las relaciones de la vida corriente, en las historias
a través de la red tienen que salvar obstáculos aún mayores. Mantener
relaciones simultáneas a través de internet, a la larga, les hace sentir vacíos
emocionales en su espiritualidad que no podrán llenarse con un sms.
Las nuevas tecnologías y plataformas de la
información y la comunicación proponen una manera diferente de interactuar, a
pesar de las distancias físicas. El desafío está justamente en ubicarla como
una herramienta para hacer más atractiva o dinámica la comunicación, y no en
una vida paralela.
Saber quiénes somos y lo que queremos no puede
resumirse a actualizaciones de un muro, sms, chats… La vida real no cabe en un
perfil o interacciones de bytes, pues el amor y los sentimientos humanos
necesitan cariño, interacción carnal y una personalidad real para ser
duraderos.
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