Una mujer periodista, es como una mujer escritora, pero no es igual. La escritora se revuelca con el papel, lo exalta, lo frustra: toda su alma creativa se cansa en la cuartilla y se comporta luego como un ser normal.
Sin embargo, una mujer periodista, es también creativa, pero muchas veces no puede comulgar con el papel hasta el orgasmo (téngase en cuenta lo terremótico del orgasmo femenino) y se tiene que conformar con la medianía de la política diaria, la farándula o los deportes. Entonces, toda esa necesidad de soltar al Vallejo, al Guillén o al Silvio, va a parar a tus oídos que se revuelcan en la floritura, se exaltan en la posibilidad y se frustran en el imposible.