miércoles, 7 de noviembre de 2012

Contar para los jóvenes

En el Colegio de San Gerónimo de la Habana el historiador, investigador y científico social cubano Antonio Álvarez Pitaluga presentó su texto "Revolución, hegemonía y poder. Cuba 1895 - 1898". En una dimensión diferente de la historia patria se ubica este importante estudio que más que nuevos datos aporta nuevas interpretaciones en torno a ese complejo periodo nacional.
Acompañaron al profesor Pitaluga, en la presentación de su libro, los también investigadores cubanos Jorge Luis Acanda, Oscar Loyola y Miguel Barnet; en el auditorio, legitimando con su callada presencia las ideas contenidas en el texto, se encontraba un heredero directo de nuestra historia mambisa y republicana: Monseñor Carlos Manuel de Céspedes.
Una gran cantidad de jóvenes presentes en la climatizada sala del colegio desmentía la creencia de que a los más inexpertos de nuestra sociedad no nos interesa la historia, nuestra historia, y más bien confirmaba que lo que no nos gusta es el teque. La audacia del texto del profesor Pitaluga proclama que la historia que nos interesa tiene que ser justamente eso: audaz.
Al cerrar la presentación el propio Pitaluga refirió que la historia nacional, aunque breve, "es una de las más intensas de América Latina", y pensé entonces en cuán concientes somos los cubanos de ese legado, y cuántos de nuestros maestros y profesores de historia son capaces de encender la pasión de nuestros muchachos en las aulas evangelizando a través de la intensidad de los sucesos patrios.
El pasado 12 de octubre se cumplieron 520 años del descubrimiento de América, un descubrimiento que comenzó prácticamente por Cuba. Esta isla "fermosa" cuyos más rebeldes aborígenes se entregaron a los montes y a las llamas ante la oprobiosa colonización entró a las páginas de la historia universal desde su descubrimiento mismo, y eso no pudo ser un acto casual; esta isla montó a caballo semidesnuda machete en mano para ultimar a las huestes españolas y expulsarlas de esta, una de sus últimas colonias; esas crueles pero necesarias cargas al machete han sido un inigualable acto de coraje en la historia universal. Esta isla volvió a ser noticia cuando el propio Lenin definió la presencia de los E.E.U.U. en el conflicto hispano – cubano como la primera guerra imperialista del mundo. Esta isla parió a José Martí y recibió como un hijo a Máximo Gómez, el último de los grandes libertadores de América; y fue república y volvió a parir o a recibir a hombres que son íconos de la juventud del planeta, por protagonizar uno de los movimientos guerrilleros más singulares del mundo, y tal vez el más victorioso. Esta es la isla de un pueblo que ha resistido mucho, una resistencia que los amigos y enemigos del planeta son incapaces de comprender.
Pero lo más importante hoy es la comprensión de lo que ha sucedido en aras de defender lo que sucede y construir lo que sucederá. Es por ello que, en nuestro patio, la enseñanza de toda esa historia tiene que ser un proceso intenso como lo ha sido nuestra historia misma. El encartonamiento y el teque no nos van a servir de nada para defender ese legado, es necesario fundir con creatividad las zapatas que cimentan la enseñanza de nuestra historia en este presente.

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